domingo, 24 de julio de 2011

Comienzo para reflexionar

El ya fallecido reverendo y defensor de los derechos civiles Martin Luther King dijo una vez: “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el arte de vivir juntos, como hermanos”.  El Sr. Luther King creía de lleno en la igualdad de derechos para todos los humanos y luchó hasta el fin de sus días por defenderlos. Mientras tanto la raza humana se ha dedicado a realizar estudios científicos, establecer barreras religiosas, crear paradigmas, discriminar y poner etiquetas en los demás; pero no se ha preocupado por encontrar una solución para convivir en paz con el resto de su entorno, su ambiente, los animales, ni con los humanos. 


Opinión de Expertos

La American Psychiatric Association determinó en 1973 que la homosexualidad no es una enfermedad, mientras tanto la APA (American Psychological Association) indica: “La orientación sexual no es una decisión que tomamos, ser gay o heterosexual, no es algo voluntario”. El llevar un estilo de vida de homosexualismo no convierte a alguien en menos ser humano comparado con aquel quien decide compartir su vida con el sexo opuesto. Vivimos en el mismo planeta, el mismo país y en ocasiones hasta bajo el mismo techo. El gay tiene hermanos y hermanas, madre y padre, abuelos, amigos, estudia, trabaja, tiene metas y objetivos por cumplir, tal como cualquier otra persona.


Igualdad para todos



La no aprobación a la unión legal entre personas del mismo sexo, es un acto que va en contra del principio de la no discriminación e igualdad y atenta contra la igualdad de disfrute de los derechos humanos merecidos por ellos y ellas,  como son el de la protección de la familia, la igualdad ante la ley e integridad personal.

Para leer la convención interamericana de derechos humanos, por favor accede a:


¿Por qué negarles el disfrute de todos los derechos, si les exigimos todos los deberes? al igual que todos nosotros, deben pagar impuestos, obedecer la ley, ser productivos económicamente y servir a la nación. Por tanto a mismas responsabilidades, iguales derechos.





En la  convención en su artículo 24 se establece el derecho de la igualdad ante la ley, en el cual todos los ciudadanos tienen derecho a ser protegidos por el ordenamiento jurídico, sin ser discriminado. Por consiguiente, no hay motivos para que un homosexual tenga algún impedimento para ejercer este derecho, claro está: el ordenamiento jurídico no discrimina. Por lo cual no es importante la raza, religión, las creencias u orientación sexual para contraer un matrimonio. La ley permite a los cónyuges gozar de beneficios como lo son  herencias, los bienes gananciales, el seguro médico, las pensiones, beneficios por los cuales se luchan en pareja, no hay razones para considerar esta lucha diferente a la cual ejercen los heterosexuales. 





De forma similar, tenemos el derecho a la integridad personal, el cual textualmente indica: “Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral”. De manera que si un gay decide unirse con otro, esa es su decisión y el resto podremos no compartirlo, pero la decisión debe respetarse, y no juzgársele, ni humillarle. De igual manera ellos deben respetar el hecho de que algunas personas no compartan esa decisión.


Las sociedades son dinámicas y así deben ser las leyes. Los tiempos, las costumbres, personas, el entorno se ve afectado por la constante permuta. Son las mentes ortodoxas de algunos ciudadanos los responsables de trucar este proceso. En 1920 nadie imaginaba que la mujer fuera apta para votar, hace 30 años era inusual e inapropiado ver una pareja conviviendo sin estar casados; el marco jurídico se adaptó a las necesidades y por ende tenemos un país más justo, con mayor equidad y menos discriminación.

Piénselo bien antes de discriminar

¿Cómo actuaría si alguien le prohibiera  contraer matrimonio con quien usted desea? ¿Qué haría si alguno de sus hijos o hijas fuera homosexual y quisiera unirse con su pareja, pero se le prohíbe? ¿Preferiría verle en depresión y con sentimientos de suicidio? ¿Sabía que sólo en Estados Unidos el 33% de los jóvenes suicidas son homosexuales? Piénselo… hoy son ellos quienes luchan, pero mañana podría ser su hermano, su tía, su mejor amigo, su nieta, su sobrino o su propio hijo…





Debido a la importante incidencia en el suicidio entre homosexuales por sentirse rechazados, porque se burlaron de ellos y por muchos diferentes motivos que tienen que ver con la discriminación, un joven gay, decidió crear una organización llamada “it gets better” como una elemento de apoyo y ayuda a todo joven gay que necesita palabras de aliento y saber que todo mejorará. Grandes personalidades como Barack Obama y Hilary Clinton han publicado videos para esta organización.



Para conocer más sobre el suicido entre homosexuales, acceda a las siguientes páginas de internet:


 


http://www.soitu.es/soitu/2008/08/19/sexo/1219146036_880973.html


 


http://argijokin.blogcindario.com/2006/06/03978-la-soledad-del-ser-el-problema-del-suicidio-en-la-adolescencia-homosexual.html


 


http://www.cristianosgays.com/tag/suicidio-adolescente/


 




 

Comentarios imprudentes en contra del pensamiento crítico

Como anécdota, debo contarles que he topado con muchos comentarios inapropiados y sumamente discriminantes en contra de la comunidad gay. He escuchado personas decir que prefieren ver a su hijo ser un agresor o un violador antes de ser homosexual. 

Incluso famosos como Paquita la del Barrio se vio en problemas al decir que era preferible que un niño huérfano se muriera de hambre en la calles antes de ser adoptado por un matrimonio de homosexuales

Comentarios de este tipo, van en contra del pensamiento crítico: en lugar de solucionar problemas, traen más; son comentarios sumamente ortodoxos, no son empáticos, ni prudentes y además son muy ofensivos.


 


Recordemos que el buen pensador crítico, no precisamente debe estar de acuerdo con la unión gay, pero si no lo está argumentará con hechos su punto de vista, además será muy prudente en cuanto a sus comentarios, se autorregulará y además será muy analítico. Un buen pensador, no hará comentarios ofensivos y discriminatorios, aunque aún así no apoye a la comunidad gay.

Desde adentro

Para terminar quisiera dejarlos con este escrito, el cual fue publicado en el periódico La Nación por un ciudadano que como todos nosotros, desea que sus derechos le sean otorgados.


 


Yo también soy costarricense


Le pido al Estado cumplir con su mandato de garantizar la igualdad de derechos




Luis Diego González Ingeniero gsoto.luis@gmail.com 09:09 p.m. 10/06/2010

No puedo evitar preguntarme por qué hay quienes creen que el otorgarle derechos a las parejas homosexuales desvirtuará a la familia, cuando, desde el día que se fundó la República de Costa Rica, estas parejas ha sido parte de nuestra sociedad, aunque antes de manera invisible.

Hace no mucho tiempo, era casi inimaginable ser abiertamente gay. El nivel de aceptación ha venido en aumento, gracias en parte a las diversas luchas que ya otros libraron por nosotros.

No obstante, ahora, cuando finalmente hemos decidido reclamar una serie de derechos fundamentales, es que se han levantado con más fuerza quienes incluso nos acusan de ser los causantes de una serie de males sociales.

Yo, por mi parte, también creo en la familia como unidad social fundamental. Nací y me crié en ella, y le debo gran parte de lo que soy. Por ello, también la defiendo y reconozco su importancia. Soy consciente de los múltiples problemas que cada día la ataca con más fuerza, pero puedo asegurar con total certeza que mi relación de pareja en nada ha contribuido a ello.

Respeto las creencias de cada persona. Comprendo la importancia que juega la religión en la vida de muchos compatriotas y aplaudo la fe verdadera que muchos tienen en su Dios.

Algunos de nosotros crecimos en un ambiente cristiano y tenemos padres, hermanos, amigos y vecinos que, a pesar de mantenerse firmes en sus creencias, logran ver más allá de la etiqueta de homosexual y ven al ser humano. Quizás aún crean que algún día seré condenado por mis actos, pero creen también que ese trabajo no les corresponde a ellos.

Valores ciudadanos. Es falso que mis valores y mis principios sean contrarios a los de la sociedad costarricense. Por el contrario, me considero un ciudadano ejemplar en muchos sentidos. Me preocupa, al igual que a mis compatriotas, la inseguridad ciudadana, la niñez, la educación, la salud y el bienestar general de mi país. La única diferencia es mi preferencia sexual, la cual no es un asunto ni de valores ni de principios.

No quiero un anillo ni un acta de matrimonio. No quiero tener que recurrir a triquiñuelas para acceder a un crédito con mi pareja, visitarlo en el hospital si él se enferma o permitirnos el disfrute de una pensión en caso de que alguno fallezca.

Quiero saber que, para alcanzar nuestros anhelos y convertirlos en realidad, tenemos acceso a las mismas herramientas con las que cuentan nuestros compatriotas.

Es cierto que no doy el diezmo a ninguna iglesia, pero sí pago todos los impuestos que me corresponde. No soy católico, pero sí soy costarricense, por lo que no le pido a la Iglesia que reconozca mi unión, ni mucho menos que acepte mi estilo de vida.

Sin embargo, sí le pido al Estado cumplir con su mandato de ofrecerles a todos los ciudadanos de nuestro país igualdad de derechos, obligaciones y oportunidades.

No es una ampliación de nuestros derechos, como dicen algunos. Es un intento de equiparación que lo único que busca es otorgarnos un mejor futuro.